viernes, 16 de agosto de 2019

El placer de leer



El placer de leer
A este mundo venimos de pasadita, nuestra existencia es efímera y la naturaleza humana es extremadamente compleja para aceptarlo. Se imaginan venir al mundo y gastar la existencia sin haber disfrutado de un buen libro, morir sin haber sentido esa experiencia mística que significa el placer de la lectura.

Leer es un placer, aunque el trauma sadomasoquista de la enseñanza formal nos diga lo contrario. Quienes leen estas palabras habrán vivido esos trágicos capítulos de su infancia frente a manuales de enseñanza que los hacían repetir las sílabas como si se tratara de cotorras en entrenamiento.  Es bueno aclarar una cosa: ESO NO ES LECTURA.
Como tampoco lo es memorizar contenidos o “leer” un texto por obligación o exigencia de alguna clase. Leer es un acto de amor y el amor obligado es una violación. La lectura convencional es un acto de violación.

Bien podría llamarse la breve introducción a estos puntillazos como “el trauma de la lectura escolarizada”, pero en realidad, lo consideré necesario para contextualizar mi experiencia lectora, y exponer de mejor manera ese fascinante multiverso de la palabra escrita llamado lectura.
Quienes me conocen, sabrán muy bien mi desapego por cosas materiales y mi amor extremista por los libros. Hace un tiempo descubrí que soy un bibliófilo con tendencia de cleptómano, lo que significa que soy un sujeto de alta peligrosidad para las bibliotecas.

En una ocasión escribí que “la televisión y la radio nos decían que el amor era un sentimiento, pero se equivocaron” bien pudiera parafrasear esas palabras y decir que la escuela nos engañó con todo lo que nos dijo sobre la lectura. Ese engaño lo descubrí tarde cuando ya había avanzado mi carrera universitaria, desde ese instante me volví enemigo de la educación convencional y todos aquellos seres reproductivos de sistemas de enseñanza tan arcaicos.


EL PLACER DEL TEXTO

Leer con los sentidos
Nuestra mundanidad se debe a que somos seres del mundo, carne y hueso compuestos de sentidos que nos permiten sentir aquello que tocamos, vemos, saboreamos, olemos y escuchamos. El acto de la lectura es como la comida que entra por los ojos y penetra el resto de los sentidos, la sensualidad lectural pudiéramos llamarla.
Quienes sentimos el gusto por leer, no buscamos que el libro sea buenos o malo (eso es otra cosa: caprichos de sujetos academicistas), nuestro propósito es un tanto más trascendente, es experimentar que te enganchas con la obra de tal modo que sientes cómo te cambia la vida, te amplía los sentidos, te ata hasta llevarte a un estado de transformación individual. Leer es sentir el placer de transformarse a sí mismo.
Cuando leí la novela “AURA” del escritor mexicano Carlos Fuentes, comprendí que leer no se hace sólo con los ojos, los sentidos se activan en su totalidad, el terror y el erotismo en una sola historia, imaginarme en la piel del protagonista, sentir odio, temor, lástima o amor al leer una historia, es una experiencia encarnada que entra por los ojos como la comida. Leer es alimentar el espíritu y el alma.

Degustación del placer del texto
Una profesora en un taller de creatividad literaria me habló del goce del texto y creo que es lo más brillante que le he oído a un ser humano que sea verdad. El goce del texto, del libro, de la historia, del poema, de la carta es encontrar en un cúmulo de palabras la estimulación máxima de cada fibra de nuestro cuerpo y alma.
El goce del texto, como todo aquello que nos produce placer, requiere de la degustación para su perfecto aprovechamiento. No gozaremos jamás un texto, cuando lo abordamos de forma apresurada, sin disfrutarlo en su máxima expresión. Leer sin degustar el libro es como hacer el amor sin regocijarse de cada milímetro corpóreo de la pareja.

Atmósfera creativa


Leer es un placer que hay que saber degustar, nadie degusta de un helado con dos mordidas, cuando leemos debemos tener una atmósfera para el momento, la paz, la iluminación, la temperatura del aire y los demás elementos que hacen que la lectura se convierta en una suerte de ritual liberador.
Somos seres profundamente creativos, nuestra naturaleza es creativa, por ello creamos tantos inventos de toda índole. Cuando nuestra creatividad muere, desaparecemos como individuos. La lectura es un acto acto de creación intima, cada texto que leemos, lo recreamos y al mismo tiempo nos recrea sin siquiera notarlo. Cuando leemos en la atmósfera ideal, alguna historia, poema o carta, activamos esa naturaleza creativa que yace en nosotros, y revivimos en nuestra mente todo aquello que estamos leyendo, allí reside la creatividad. El placer de leer nos permite la existencia como sujetos creativos.
Escribir es crear universos nuevos, leer es habitar esos universos. Es un placer individual que solo experimenta aquel que lo hace, es este tipo de lectura trascendente que no nos enseñan en la escuela o la universidad.

Libertad individual

Con esta fase llegamos al final de la segunda tanda de puntillazos. Como en la escuela se nos enseña a leer con amenazas y amedrentamiento, nos suprimen como individuos, nos eliminan la oportunidad de desarrollarnos con total plenitud. La edad de mayor creatividad es la de la infancia y nos trauman la infancia con métodos sádicos de enseñanza. Métodos que terminan por encerrarnos y alejarnos de los libros como medio para el saber y la libertad.
El arma de los manipuladores es la ignorancia de la masa, el libro funciona como un antídoto perfecto para asumir la conciencia crítica que se necesita para librarse del servilismo fanático tan común en estos días. El libro es el depósito de la memoria humana,  del conocimiento, de las ideas. En la lectura radica la llave a la libertad de nuestras ideas y pensamientos, deslastrarse de la masa manipulada y mirar los acontecimientos desde perspectivas diferentes a las que nos plantean los “medios de comunicación”.
Los métodos de enseñanza de lectura siempre buscarán maniatarnos tanto con prácticas sádicas y contenidos de manipulación, nuestra mirada lectora debe blindarnos ante las pretensiones homogeinizantes de la sociedad que buscan los centros de poder. Podemos hallar la libertad en la lectura siempre que estemos dispuestos a cultivar la conciencia de lo critico y lo INCONFORME.

BONUS EXTRA

La lectura es multivariada, no existe el libro para todos los lectores, pero para cada quien, sí existe un libro por descubrir. El hoy siempre es el mejor momento para hacer las cosas, si quieres leer hazlo, no dejes que nadie te diga si un libro es bueno o malo, sólo léelo y juzgalo. Si no te convence, busca otro y otro, hasta encontrar aquel que fue escrito para ti. La lectura inicia como hábito que a medida que avanza el tiempo va madurando hasta llegar a la experiencia de descubrir en el texto lo placentero trascendente.
Asi concluyen estos puntillazos del día de hoy dedicado a quienes se apasionan por la lectura y la convierten en experiencia vital, espero continuar publicando más puntillazos, como urdiendo un telar con las palabras.

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