El placer de leer
A este mundo venimos de
pasadita, nuestra existencia es efímera
y la naturaleza humana es extremadamente compleja para aceptarlo. Se
imaginan venir al mundo y gastar la existencia sin haber disfrutado de un buen
libro, morir sin haber sentido esa experiencia mística que significa el placer de la lectura.
Leer es un placer,
aunque el trauma sadomasoquista de la enseñanza formal nos diga lo contrario.
Quienes leen estas palabras habrán vivido esos trágicos capítulos de su
infancia frente a manuales de enseñanza que los hacían repetir las sílabas como
si se tratara de cotorras en entrenamiento. Es bueno aclarar una cosa: ESO
NO ES LECTURA.
Como tampoco lo es
memorizar contenidos o “leer” un texto por obligación o exigencia de alguna
clase. Leer es un acto de amor y el amor
obligado es una violación. La lectura convencional es un acto de violación.
Bien podría llamarse la
breve introducción a estos puntillazos como “el trauma de la lectura escolarizada”, pero en realidad, lo
consideré necesario para contextualizar mi experiencia lectora, y exponer de
mejor manera ese fascinante multiverso de la palabra escrita llamado lectura.
Quienes me conocen,
sabrán muy bien mi desapego por cosas materiales y mi amor extremista por los
libros. Hace un tiempo descubrí que soy un bibliófilo con tendencia de cleptómano,
lo que significa que soy un sujeto de
alta peligrosidad para las bibliotecas.
En una ocasión escribí que
“la televisión y la radio nos decían que
el amor era un sentimiento, pero se equivocaron” bien pudiera parafrasear
esas palabras y decir que la escuela nos
engañó con todo lo que nos dijo sobre la lectura. Ese engaño lo descubrí
tarde cuando ya había avanzado mi carrera universitaria, desde ese instante me
volví enemigo de la educación convencional y todos aquellos seres reproductivos
de sistemas de enseñanza tan arcaicos.
EL
PLACER DEL TEXTO
Leer
con los sentidos
Nuestra mundanidad se
debe a que somos seres del mundo, carne y hueso compuestos de sentidos que nos
permiten sentir aquello que tocamos, vemos, saboreamos, olemos y escuchamos. El
acto de la lectura es como la comida que entra por los ojos y penetra el resto
de los sentidos, la sensualidad lectural pudiéramos llamarla.
Quienes sentimos el
gusto por leer, no buscamos que el libro sea buenos o malo (eso es otra cosa: caprichos
de sujetos academicistas), nuestro propósito es un tanto más trascendente, es
experimentar que te enganchas con la obra de tal modo que sientes cómo te cambia
la vida, te amplía los sentidos, te ata hasta llevarte a un estado de
transformación individual. Leer es sentir el placer de transformarse a sí
mismo.
Cuando leí la novela “AURA” del escritor mexicano Carlos
Fuentes, comprendí que leer no se hace sólo con los ojos, los sentidos se
activan en su totalidad, el terror y el erotismo en una sola historia,
imaginarme en la piel del protagonista, sentir odio, temor, lástima o amor al
leer una historia, es una experiencia encarnada que entra por los ojos como la
comida. Leer es alimentar el espíritu y el alma.
Degustación
del placer del texto
Una profesora en un
taller de creatividad literaria me habló del goce del texto y creo que es lo más
brillante que le he oído a un ser humano que sea verdad. El goce del texto, del
libro, de la historia, del poema, de la carta es encontrar en un cúmulo de
palabras la estimulación máxima de cada fibra de nuestro cuerpo y alma.
El goce del texto, como
todo aquello que nos produce placer, requiere de la degustación para su perfecto
aprovechamiento. No gozaremos jamás un texto, cuando lo abordamos de forma
apresurada, sin disfrutarlo en su máxima expresión. Leer sin degustar el libro
es como hacer el amor sin regocijarse de cada milímetro corpóreo de la pareja.
Atmósfera
creativa
Leer es un placer que
hay que saber degustar, nadie degusta de un helado con dos mordidas, cuando
leemos debemos tener una atmósfera para el momento, la paz, la iluminación, la
temperatura del aire y los demás elementos que hacen que la lectura se
convierta en una suerte de ritual liberador.
Somos seres
profundamente creativos, nuestra naturaleza es creativa, por ello creamos
tantos inventos de toda índole. Cuando nuestra creatividad muere, desaparecemos
como individuos. La lectura es un acto acto de creación intima, cada texto que
leemos, lo recreamos y al mismo tiempo nos recrea sin siquiera notarlo. Cuando
leemos en la atmósfera ideal, alguna historia, poema o carta, activamos esa naturaleza
creativa que yace en nosotros, y revivimos en nuestra mente todo aquello que
estamos leyendo, allí reside la creatividad. El placer de leer nos permite la
existencia como sujetos creativos.
Escribir es crear
universos nuevos, leer es habitar esos universos. Es un placer individual que
solo experimenta aquel que lo hace, es este tipo de lectura trascendente que no
nos enseñan en la escuela o la universidad.
Libertad
individual
Con esta fase llegamos
al final de la segunda tanda de puntillazos. Como en la escuela se nos enseña a
leer con amenazas y amedrentamiento, nos suprimen como individuos, nos eliminan
la oportunidad de desarrollarnos con total plenitud. La edad de mayor
creatividad es la de la infancia y nos trauman la infancia con métodos sádicos
de enseñanza. Métodos que terminan por encerrarnos y alejarnos de los libros
como medio para el saber y la libertad.
El arma de los
manipuladores es la ignorancia de la masa, el libro funciona como un antídoto perfecto
para asumir la conciencia crítica que se necesita para librarse del servilismo fanático
tan común en estos días. El libro es el depósito de la memoria humana, del conocimiento, de las ideas. En la lectura
radica la llave a la libertad de nuestras ideas y pensamientos, deslastrarse de
la masa manipulada y mirar los acontecimientos desde perspectivas diferentes a
las que nos plantean los “medios de comunicación”.
Los métodos de
enseñanza de lectura siempre buscarán maniatarnos tanto con prácticas sádicas y
contenidos de manipulación, nuestra mirada lectora debe blindarnos ante las pretensiones
homogeinizantes de la sociedad que buscan los centros de poder. Podemos hallar
la libertad en la lectura siempre que estemos dispuestos a cultivar la
conciencia de lo critico y lo INCONFORME.
BONUS
EXTRA
La lectura es
multivariada, no existe el libro para todos los lectores, pero para cada quien,
sí existe un libro por descubrir. El hoy siempre es el mejor momento para hacer
las cosas, si quieres leer hazlo, no dejes que nadie te diga si un libro es
bueno o malo, sólo léelo y juzgalo. Si no te convence, busca otro y otro, hasta
encontrar aquel que fue escrito para ti. La lectura inicia como hábito que a
medida que avanza el tiempo va madurando hasta llegar a la experiencia de
descubrir en el texto lo placentero trascendente.
Asi concluyen estos
puntillazos del día de hoy dedicado a quienes se apasionan por
la lectura y la convierten en experiencia vital, espero continuar publicando
más puntillazos, como urdiendo un telar con las palabras.